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Predicas en Video - Ruddy Gracia -Señor Esto No Fue lo que yo pedi



Senor Esto No Fue Lo Que Yo Pedi

Apreciar las pequeñas bendiciones que Dios provee en tiempo de grandes necesidades revela madurez, sabiduría y provoca la manifestación de los mas asombrosos milagros.

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Reflexiones Cristianas - Creyentes, ¡cuidado con el legalismo!


Aunque muchos que profesan la fe de Cristo se sentirían profundamente ofendidos si alguien los tildara de legalistas, lo cierto es que todos los creyentes tenemos que lidiar con ese problema de un modo u otro y en grado o en otro. En una forma muy sencilla podemos decir que el legalismo consiste en tratar de ganar el favor de Dios a través de nuestra obediencia, ya sea obedeciendo las leyes de Dios o un conjunto de reglas inventadas por los hombres.
El problema del legalista es que no descansa plenamente en la obra de Cristo para ser aceptado por Dios o para ser bendecido por Él, sino en su propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido. Mientras el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser aceptados.
En el evangelio la aceptación delante de Dios viene primero y la obediencia después; en el legalismo es a la inversa: la obediencia viene primero para lograr ser aceptados. Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo que dejamos de hacer. Eso fue lo que sucedió con los creyentes en Galacia; abrazaron inicialmente el mensaje de la salvación únicamente por gracia, por medio de la fe. Pero luego comenzaron a pensar que debían regresar a la ley para poder avanzar en sus vidas cristianas. Y Pablo los amonestó duramente por eso:
“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gal. 3:1-5).
Y ¿saben qué? Todos nosotros corremos el peligro de caer en el mismo error, porque el evangelio es contra intuitivo. Todos nosotros tenemos una vocecita interna que nos dice: “Por supuesto que la salvación es un don gratuito que Dios concede de pura gracia a los confían en Jesús, pero…”. Y es en ese “pero” donde está el problema, porque lo que sigue usualmente es una lista de cosas que tú debes hacer para que Dios te mire con buenos ojos.
Y todo el tiempo tenemos que estar acallando esa vocecita sustituyendo el “pero” con un “por tanto”: “Por supuesto que la salvación es un don gratuito que Dios concede de pura gracia a los confían en Jesús, por tanto, ahora somos libres para obedecer a Dios y vivir para Él”.
Aunque los dos mensajes se parecen, la realidad es que plantean dos maneras muy distintas de vivir la vida cristiana. Por supuesto que los creyentes verdaderos se preocupan por su santidad personal y, precisamente por eso, toman en serio la obediencia a los mandamientos de Dios (comp. Jn. 14:21-23; Rom. 7:12, 22; 2Cor. 7:1; 1Jn. 2:3-6). Pero esa obediencia no es meritoria. Somos aceptos en la presencia de Dios, y bendecidos cada día por Él si somos creyentes, únicamente por causa de Cristo; y no por nuestro desempeño, como enseña el legalismo.
Ahora bien, existen 2 clases de legalistas: Algunos son legalistas satisfechos y otros son legalistas infelices. Aunque estas dos categorías no son demasiado rígidas, ya que un legalista satisfecho puede pasar fácilmente a ser un legalista infeliz en un instante. Pero eso lo veremos en nuestra próxima entrada.
© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
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Reflexiones Cristianas - Si sientes soledad en el matrimonio


Es increíble, pero lamentablemente es una realidad. Muchos matrimonios sufren de soledad individual!

Es evidente que una de las razones más importantes por las que Dios creó el Matrimonio, fue resolver un asunto de soledad y que ambos desarrollaran un compañerismo tal que pudieran verse como una sola carne.

Cuando dos personas se unen en Matrimonio, sueñan con una vida juntos para toda la vida. Sus anhelos e ilusiones tienen que ver con una vida, juntos felices y para siempre. Nadie se casa pensando que se va a separar o a divorciar en un futuro. Nadie se casa pensando que la relación no va a funcionar. Todos nos casamos pensando que esa persona con la que estamos uniendo nuestra vida, es la persona perfecta para nosotros.


Sin embargo, con el paso del tiempo, descubrimos diferencias que tienden a separarnos; muchos caen en la apatía y la rutina insulsa de la vida; no cuidan de su compañerismo y empiezan a separarse emocionalmente poco a poco, hasta que el compañerismo que los unía se va perdiendo; y entonces experimentan una horrible sensación de soledad.


Cuando la Biblia nos enseña que “seremos una sola carne”, habla de un nivel de intimidad y compañerismo inseparable. Dos compañeros que emprenden juntos la aventura de la vida, en la que formarán una familia y encontrarán muchas alegrías, muchos sinsabores, muchos éxitos y muchos fracasos, tiempos de paz y tiempos de guerra, encontrarán tiempos de felicidad y también tiempos de tristeza. Pero lo más importante es que esos dos compañeros estén dispuestos a apoyarse mutuamente tanto para disfrutar de las cosas buenas de la vida, como p
ara enfrentar las dificultades, unidos como un solo bloque.

Eclesiastés 4:9-11 Mejor son dos que uno, pues reciben mejor paga por su trabajo. Porque si caen, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del que está solo! Cuando caiga no habrá otro que lo levante. También, si dos duermen juntos se calientan mutuamente, pero ¿cómo se calentará uno solo?

En una vida de compañerismo, si uno cae, se equivoca, o falla, o hace algo indebido; la función del otro es “levantarlo”, animarlo, apoyarlo; no criticarlo, ni juzgarlo, ni acusarlo. Dos compañeros de viaje, están pendientes si su compañero se resbala, para inmediatamente tenderle una mano y levantarlo. Pero muchos matrimonios hacen lamentablemente lo contrario. Si el cónyuge comete un error, ahí mismo le caen encima, lo acusan, lo juzgan, lo critican con una actitud realmente destructora del compañerismo que se supone deben vivir.

Cuando se cometen errores, se debe hablar del tema, pero de forma constructiva, expresándose mutuamente el apoyo necesario para procurar que no se vuelvan a cometer esos errores. El enfoque sería algo como: “Mi amor, no te preocupes, quiero que cuentes conmigo para ayudarte en lo que sea necesario, así como yo cuento contigo para evitar cometer errores, pero si los cometemos, siempre nos apoyaremos y juntos saldremos adelante.” Dios bendice y prospera los matrimonios “compañeros”.


Si tu matrimonio ha sufrido o sufre de “soledad”, si has estado distante, pídele perdón a tu cónyuge y toma la decisión de convertirte en el (la) mejor compañero(a) de tu cónyuge. Toma la decisión de no juzgarle, de no criticarle, de no maltratarle en modo alguno. Más bien toma una actitud de “compañero” que siempre estará ahí para levantar al otro. Hoy por ti, pero seguramente mañana por mí!

Génesis2:18 Después dijo Jehová Dios: «No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él».

Génesis2:24 Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

Hannia Fernandez
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